Cómo hacer que los niños coman bien y de manera saludable

Entre mi hermana y yo tenemos 6 hijos de entre 5 y 12 años. Cada uno con una personalidad diferente y con gustos- y necesidades- distintas, sin embargo todos comen de manera saludable y variado. ¿Es suerte? 

Absolutamente no. 

Cuando la gente me dice "Qué suerte!" cuando ven que mis hijos aman el brócoli, no sé si ponerme a reír, o llorar de que la cantidad de trabajo que hay detrás de esa 'suerte' no se aprecie. Pero hay trabajo, y aquí os cuento cómo lo hemos hecho. 

Planear, comprar, cocinar  y comer con niños: Obviamente estas tareas son mucho más rápidas si las hacemos solos, sobre todo cuando los niños son pequeños, pero no solo participar en la planeación de las comidas ayuda a que los niños coman una dieta más variada, si no que a la larga los niños pueden ayudarte bastante. Mis sobrinas, por ejemplo, hacen comidas y meriendas saludables, solas, y a menudo.

Ofrecer opciones saludables: En mi casa la comida es la que hay ese día, y no permito cambios- a pesar de que más de una vez mis hijos han ido a la nevera "a ver qué más hay". En las cenas siempre hay 3 o 4 opciones y aunque tienen que probar todo, no tienen que terminarse todo. Si hay algo que sé que a uno no le gusta- el tofu por ejemplo que a mi hija no le gusta- incluyo otra proteína vegetal como pesto de anacardos, como alternativa o acompañante. En casa de mi hermana siempre hay ensalada y otra verdura, y los niños pueden elegir qué prefieren comer ese día.

Comida diferente: A mi me encanta la comida de otras culturas, y me gustaría que a mis hijos les gustara también, pero la realidad es que cada vez que he hecho algo de inspiración india o vietnamita me han dicho que no. Así que cuando hago estos experimentos los 'mezclo' con opciones que se que ellos van a comer. Por ejemplo, el Dal de lentejas rojas del otro día con arroz y tofu, o rollitos frescos vietnamitas, con tallarines de arroz y judías verdes salteadas. No son comidas auténticas, pero sí ofrecen variedad de sabores a los niños, y opciones que conocen y aprecian. La regla es que tienen que probarlo todo antes de decidir si les gusta o no.

Fruta de aperitivo o postre: Aunque me encanta la repostería, intento que en casa el postre sea siempre fruta. A veces mis hijos tienen hambre justo antes de la cena, y les dejo que coman la fruta antes de cenar. Elijo frutas que no les llenen- como media manzana o dos mandarinas en vez de un plátano, para que no se sienten a la mesa sin hambre. 

Opciones divertidas pero saludables: Muchos viernes en mi casa tomamos pizza para cenar, pero no la pedidos de ningún sitio ni la compramos congelada, si no que la hacemos. Usamos pan de levadura madre o bases integrales precocidas. La salsa de tomate la hago con un montón de verdura- aquí te dejo el enlace a mi receta de salsa de tomate y kale- o si ese día no me da tiempo, pongo brócoli al vapor, que los niños tienen que comer antes de tomar una segunda ración de pizza. Obviamente no es la comida más saludable de la semana, pero tampoco la tacharía de comida basura. 

Equlibrio: Cuando los niños van a una fiesta de cumpleaños, intento que la comida anterior sea super saludable- normalmente legumbres. Luego les digo que pueden comer lo que quieran en el cumple, aunque les explico que las chucherías y las tartas con coberturas de colores no solo están llenas de azúcar, si no que están hechas con colorantes artificiales que a mi no me gustan y que no son buenos para la salud. Mis hijos todavía eligen comer tartas 'de colores', pero mis sobrinos, algo más mayores, prefieren comer otras cosas. Ninguno come chucherías.

Despensa: Mantener una despensa- y nevera- con una variedad de comidas e ingredientes para poder hacer buenas comidas es muy importante, como también lo es no tener comida basura almacenada- ni siquiera para las visitas. En mi casa, por ejemplo no hay ni refrescos, ni galletas con ingredientes cuestionables, ni chucherías. Sí tengo azúcar de coco, cacao, chocolate negro y harinas integrales para hacer bizcochos caseros, y de vez en cuando compramos galletas, pero nunca de las que tienen conservantes, colorantes, aceite de palma etc. Por cierto que en más de una ocasión amiguitos de mis hijos han dicho que no les gustan las galletas o palomitas que tenemos en casa porque son duras o tienen poco sabor, aunque siempre aprecian la fruta fresca. 

Tele y cultura popular: Si te fijas bien en los anuncios de la tele, hay un montonazo de ellos dedicados a comida y bebidas azucaradas. Los cereales y bebidas de desayuno 'para niños' llevan dibujos para atraerles, y cada vez veo más ilustraciones de helados, pastelitos y chucherías en ropa, sobre todo la dedicada a las niñas. Aunque en nuestra casa la tele la vemos bastante poco - puedes leer más aquí sobre cómo Ruth llegó a esto- cuando mis hijos ven la tele lo hacen a través de servicios en los que no hay anuncios, así no tienen que ver las imágenes que parecen decir que para pasarlo bien, hay que tomarse una bebida azucarada. 

Usar la cabeza: No sirve de nada bueno enfadarse, o castigar, a un niño porque no se ha querido comer el potaje. Yo aún recuerdo el miedo que sentía cuando en el cole me gritaban y me hacían perder el recreo porque no me había terminado los garbanzos. Es mucho mejor darle al niño la opción de no cenar nada- o poco- que ponernos a gritar. Se que es difícil- sobre todo cuando un hijo está en un percentil de peso y estatura bajo como lo ha estado mi hijo toda su vida- pero si el niño está sano y crece normalmente, no va a pasar nada porque se deje la cena una noche si eso es lo que decide -ojo de no darles fruta ni leche para que no se vayan a la cama con el estómago vacío. 

Explicarles por qué comen saludable: Mis hijos ven que la mayoría de sus amigos y vecinos no comen de manera tan saludable como nosotros. Yo les explico que hay que respetar las decisiones de cada uno, pero que nosotros creemos en que cuidar nuestra alimentación es de las cosas más importante que tenemos que hacer. Además les animo a que observen lo que pasa cuando comen comida con mucho azúcar añadido- como el día en el que les di una barrita de granola (que yo pensaba era más saludable pero que estaba llena de azúcar) para merendar antes de clase de música, y hasta la profesora me preguntó que qué le había dado, que estaba tan agitado. 

Por último, los niños, aunque sean pequeños, son muy perceptivos. Cuando no quieren comer algo que yo les he hecho intento no poner mis sentimientos en mi respuesta a ellos. "Esto es lo que hay, siento que no te guste," es suficiente. No es fácil cuando hemos pasado una buena parte del día planeado, comprando y cocinando, pero esta reacción es mucho mejor que enfadarte con ellos. A la larga, y quizás no tan larga, te darás cuenta de que todo el trabajo merece la pena. 

Espero que estos consejos te ayuden. 

 

 

 

 

 

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