Se acerca el verano y empiezan a bombardearnos con la operación bikini. Es casi imposible no hacerse eco de los mensajes de delgadez y perfección, pero en casa intentamos que en vez de buscar el peso ideal, cada uno encontremos la salud que nos haga sentirnos bien tanto por fuera como por dentro.
- Palabras: En casa evitamos describirnos a nosotros mismos y a otras personas como "gordos" o "flacos", y cuando explicamos por qué en casa no comemos bollería industrial o chuches como en otras casas, hablamos de salud y nunca de peso.
- Actividad diaria: Durante el día la televisión nunca está puesta en casa y siempre que podemos, salimos al campo a caminar o al parque. En días de lluvia y frío salimos igualmente, bien abrigados y menos tiempo, pero salimos a la calle. Cuando salimos a hacer ejercicio- en nuestro caso correr y yoga- les decimos a los niños a donde vamos y que lo hacemos para estar más fuertes y sanos.
- Comida en familia: Desde hacer la compra con los niños, hasta cocinarla juntos y por su puesto compartir mesa, los niños pueden y deben ser parte de la elaboración del menú casero. Entre el colegio, el trabajo y otras responsabilidades no podemos hacerlo siempre, pero siempre que podemos lo hacemos. De esta manera no solo pasamos tiempo de calidad juntos, si no que los mayores dan ejemplo a los pequeños comiendo alimentos saludables y demostrando modales en la mesa.
- Suplementos, no píldoras milagrosas: Los niños toman FOS, vitaminas y omegas, los mayores multivitamínico, omegas y un suplemento de fibra, pero nunca nos ven consumir píldoras milagrosas para adelgazar rápidamente. Desde pequeños saben que nos cuidamos cada día, no en el último mes antes de las vacaciones.
Así aprendí yo, en casa, donde mis padres aplicaban lo que iban aprendiendo sobre alimentación y salud natural. Hoy, con hijos propios, sigo aprendiendo de mi padre, y yo enseño y doy ejemplo a mis hijos.