Hace unos días mi familia y yo hicimos un viaje largo en avión. El vuelo se retrasó casi 5 horas, y la compañía aérea nos puso en primera clase como aliciente para aliviar la incomodidad del retraso.
Mis hijos, que tienen la suerte de viajar varias veces al año, nunca habían estado en primera clase, y a parte de que durmieron cómodamente casi la mitad del vuelo, creo que no podían ni imaginarse que tras el servicio de comida, los asistentes de vuelo pasaron por el pasillo ofreciendo helado de vainilla en copas, y un montón de toppings para elegir: salsas de chocolate y caramelo, frutos secos, hormigas de chocolate...
En mi casa llevamos una alimentación muy saludable. Aunque no somos vegetarianos, la mayor parte de nuestras comidas sí lo son y las elaboro con cereales enteros, verduras de temporada y muchas legumbres. Cuando comemos carne es biológica, y de pasto; el pescado siempre salvaje. Por cierto que en los viajes nunca comemos la comida del avión y siempre llevamos la nuestra.
En casa no entran alimentos ultra procesados, y por supuesto no hay repostería industrial. Mis hijos- de 7 y 5 años- no solo no toman refrescos, si no que no conocen los nombres de los refrescos más populares, y nunca han probado las chucherías, ya que cuando se las dan los compañeros del cole, me las traen a casa y las cambiamos por dulces más saludables.
No soy partidaria de las celebraciones de cumpleaños que hacen del azúcar el máximo protagonista, sobre todo por que al final no es un día, si no un día de cumpleaños por cada compañer@ de clase, además de herman@os, prim@s etc.
Sin embargo hay ocasiones en las que siento que la comida es más que un alimento, y que la experiencia de disfrutar de un helado en la zona de primera clase de un avión, por ejemplo (algo que no creo se repita en mucho tiempo), es más importante que el preocuparme de si ese helado está elaborado con leche biológica y sin conservantes.
Mis hijos- y yo- disfrutamos del helado, y al día siguiente ya en casa, comimos pan de germinados para desayunar, ensalada para comer y lentejas para cenar.
Cada día me preocupo por la alimentación de mi familia, pero hay ocasiones que merecen saltarse las normas y preferencias y disfrutar de una experiencia inolvidable.