Como muchos de vosotros llevo sin salir de casa desde hace casi dos semanas. Antes del estado de alerta hice una compra algo más grande de lo normal y mi marido- que trabaja en un servicio esencial- es el que ha salido a comprar más cuando lo hemos necesitado.
Aunque siempre trabajo desde casa, y para mí eso no ha cambiado, sí ha cambiado el hecho de no poder salir a comprar, a tomarme un café, o a ver a mi hermana. Mis hijos ahora "van al cole" usando mi ordenador, y al igual que yo, quedan con sus amigos virtualmente.
Esta situación es difícil, extraña. Si la comparamos con lo que están viviendo los sanitarios, con la generaciones que vivieron guerras - y bombas cayendo al rededor suyo- quizás no sea tan difícil, pero eso no quita que la situación sea dura para cada uno de nosotros.
En estos días he tenido momentos malos, y otros peores, pero con los niños en casa es difícil expresarlos, por lo que me los he guardado. Pero los sentimientos están ahí: miedo, frustración, enfado, impotencia, tristeza...
Si nos sigues en redes sociales, o recibes nuestro newsletter, sabrás que hemos estado compartiendo actividades para hacer para sentirnos mejor, y yo también las he intentado hacer. En estos días he lavado las mochilas y los abrigos de los niños, he limpiado los filtros de la aspiradora y del ventilador del baño, hemos hecho galletas y bizcochos, los niños han aprendido a hacer sus camas y a cascar huevos entre otras cosas...Estas actividades nos ayudan a pasar el tiempo, a sentirnos productivos y también a evadirnos un rato, pero es imposible alejarnos completamente de la realidad.
Con esto quiero deciros que aunque queramos ser fuertes, es normal sentir debilidad. Aunque queramos estar agradecidos por lo que tenemos, es normal sentirse frustrado. Aunque queramos ser productivos, es normal pasarse un día tirado en el sofá. Y aunque apreciemos nuestra salud, y el tiempo que podemos pasar con nuestra familia inmediata, es normal sentirse enfadado por esta situación.
Para mí, lo que mejor me sienta en estos días es leer un rato, hacer yoga y aceptar mis sentimientos negativos, para poder volver enfocarme en el agradecimiento. También he sentido aún más aprecio por el hecho de saber cuidarme y poder hacerlo. Estos días más que nunca, soy consciente de comer bien, de moverme todo lo que puedo, de no tomar azúcares refinados ni ultraprocesados. Espero que tu también hayas encontrado algo que te ayude a pasar estos días.