Desde hace ya más de un mes cambió de forma repentina nuestra vida.
Nuestras agendas, rutinas y planes quedaron congelados ante la propagación del COVID-19. Y este cambio dramático e inesperado nos ha exigido una adaptación rápida y, sobre todo, mucho civismo, compromiso y amor hacia uno mismo y hacia el prójimo.
Para mi la salud siempre ha sido algo muy importante, algo que he valorado muchísimo. Esto me ha hecho desarrollar una pasión por los alimentos-medicamento y la cocina, que me han ayudado en mi bienestar diario. En estos días de confinamiento soy muy consciente de que ahora mi salud no es algo que solo me incumbe a mi, si no que mi estado de salud puede repercutir directamente sobre mis familiares, compañeros de trabajo, clientes o personas con las que me cruzo en mi día a día.
Como parte del equipo de Salud Mediterránea, y estando trabajando directamente con los clientes, siento un gran compromiso y responsabilidad. Lo que me han llevado a un grado más de consciencia sobre el hecho de que los pilares de nuestra salud son los hábitos de vida saludable que practicamos.
Estos hábitos son el soporte de nuestra fuerza vital para poder hacer frente a los agentes patógenos, en este caso a un virus poderoso sumamente contagioso que no entiende de sexo, edad, ni condición social y que, además, tiene el poder de desarrollarse de forma asintomática, lo que agrava aún más la situación que estamos viviendo.
Mantener las máximas medidas de higiene y confinamiento (en mi caso salidas solo para ir a trabajar y en el trayecto aprovecho para hacer la comprar 1 vez a la semana), foco total en la alimentación, ejercicio físico, entretenimiento y descanso, son los pilares sobre los que diariamente trabajo para mantener mi sistema inmunológico fuerte. Os cuento un poco sobre cada uno de ellos.
Medidas de higiene. Además de lavarme las manos con jabón con muchísima frecuencia (es una medida importantísima), el uso de guantes (que también higienizo al estar en la tienda y tocar dinero, productos…) y mascarilla, estoy teniendo mucho cuidado con la higiene de mis vías respiratorias con lavados nasales con la lota y agua de mar para hacer una buena limpieza. También realizo una buena ventilación de la casa y utilizo aceites esenciales de eucalipto, pino o ravintsara en los difusores para inhalar sus principios activos tan beneficiosos para las vías respiratorias.
Alimentación. El sistema digestivo es la base del sistema inmunológico. Las bacterias y todas las sustancias que se generan en el intestino tienen que ver con la respuesta inmunitaria. En mi dieta estoy primando los alimentos inmunoprotectores. En todas mis comidas incluyo fermentos, ricos en probióticos y de gran poder enzimático, especialmente miso y chucrut sin pasteurizar y ciruela umeboshi, esta última la utilizo para los aliños. He aumentado el consumo de crucíferas como el brócoli, la col lombarda, la coliflor, rábano daikon, el colirábano, la col kale y la rúcula (que por suerte es de propia cosecha). Junto a ellas no me olvido de verduras y hortalizas tan ricas y nutritivas como la calabaza, los calabacines, las judías verdes, las zanahorias, espinacas, setas shiitake y algas espirulina y kombu. Y, por supuesto, no pueden faltar en casa las cebollas y los ajos, dos alimentos-medicamento básicos.
Elaboro todo tipo de combinaciones y de preparados para darle riqueza a mi dieta, además no me olvido de las especias: tomillo, orégano, cardamomo, cúrcuma, jengibre, romero, salvia… que le dan un toque saludablemente delicioso a todas las recetas. La fruta no falta cada día, kiwis, pomelos, manzanas, frutos rojos y mi porción de frutos secos y semillas.
Siempre le doy mucha importancia a mi hidratación y, en esta etapa, e incorporado más infusiones de plantas a las que suelo añadir propóleo.
Al tener que salir de casa e ir a trabajar estoy complementando la alimentación con una serie de suplementos: quercetina, un importante flavonoide antioxidante y antivirual, vitamina D3, clave también para la inmunidad (y tan necesaria más ahora que estamos mucho tiempo en casa), vitamina C, gran ayuda para las defensas, y un probiótico de esporas, el B-Coagulans para reforzar mi microbiota.
Ejercicio físico. Antes del confinamiento practicaba en un centro yoga y pilates 4 horas a la semana. Ahora todos los días realizo en casa una sesión de asanas y una sesión de pilates que me programo, muy consciente de la importancia que tiene hacer deporte para favorecer la inmunidad. De hecho, el ejercicio físico moderado realizado de forma habitual reduce el riesgo de sufrir infecciones. Además, la práctica en casa con mi pareja me hace sentir bien anímicamente, algo tan importante ante la crisis sanitaria y social tan grave que estamos sufriendo.
Entretenimiento. Siempre tengo algo entre manos que hacer o que ver, y ahora con el confinamiento más tiempo para ello. Desde disfrutar de la música que me gusta tranquilamente, ver una serie o película (apuesto por comedias, la risa es tan terapéutica), seguir con mi libro, escribir o avanzar con mis proyectos de ganchillo. El entretenimiento me produce relax, descanso y sensación de bienestar, muy favorecedores para mejorar la acción inmunoprotectora. También hablar con mis padres, familiares y amigos, ahora que no podemos vernos, ha adquirido una importancia muy especial que me alegra el alma, ¡vivan las videollamadas! (nunca pensé decir esto).
Descanso. Siempre he sentido un gran respeto por mi necesidad de descansar, de dormir bien, de tomarme mi tiempo de desconexión y relax. La situación actual de incertidumbre, el cambio brusco de rutinas, las malas noticias, la preocupación por mis seres queridos, han hecho que cuide aún más de mi higiene de sueño. Además de tener una rutina de horarios, todos los días a última hora de la tarde practico Nadi Shodhana o respiración alterna, un tipo de pranayama equilibrante que purifica los nadis y que requiere total concentración sobre el proceso respiratorio y el conteo de la duración de cada fase de respiración. A mi me genera una gran tranquilidad que me ayuda a prepararme para dormir. Ahora la practico todos los días y he notado diferencia.
Son momentos muy duros para todos, pero a su vez, son momentos importantes para aprender a cuidarse, para comprender lo que es realmente importante en la vida, y a entender que mantener unos hábitos de vida saludable (a nivel digestivo, mental y físico) es clave para ir a favor de nuestra fuerza vital; la que hace que en las mismas condiciones una persona pueda desarrollar una enfermedad y otra no.
No quiero cerrar este artículo sin antes dar las gracias a todas las personas que están trabajando para cuidarnos, que están luchando cada día para ayudar a los demás. También a nuestros clientes, a los que nos dan las gracias por estar ahí y se preocupan por nuestra salud. ¡Muchas gracias! Con compromiso, empatía y solidaridad superaremos esta situación.
Este post es de carácter personal e informativo, y en ningún momento sustituye a las recomendaciones y/o consultas con su médico o facultativo.
1 comentario
Ángeles Ruescas
Gracias por tus propuestas. Yo soy positiva por naturaleza y miro siempre lo bueno de cada situación, en este caso creo que la vida nos da la oportunidad de cambiar de rumbo e incorporar a nuestra rutina diaria nuevos comportamientos que, a todas luces, han sido muy beneficiosos para nuestra salud, relaciones, costumbres…el cambio siempre es bueno.