Si eres de los que cocina en casa amenudo, sabes que no es tan sencillo como parece. Aunque te guste cuidarte, prefieras alimentarte con comida que casera y disfrutes cocinando, cocinar lleva tiempo y esfuerzo.
Si cocinas para otros, también puede resultar tan satisfactorio como frustrante, según la reacción de tus familiares. Si tienes hijos, además, te arriesgas a que estos te digan que la comida que has hecho no les gusta, a pesar de que la última vez que usaste la misma receta te habían dicho que les encantaba.
También están las ocasiones en las que a pesar de nuestro esfuerzo, una receta no sale una vez cambias ingredientes por otros más saludables, o hemos intentando ser tan creativos que el resultado no es muy apetecible.
Luego está el pensar qué hacer con la comida que nadie quiere comerse- ¿la guardamos? ¿la tiramos?
No se a ti, pero cuando hay días que me paso horas en la cocina, todas estas variables me vuelven loca.
Por supuesto esto nunca lo vemos en las fotos de instagram de las cuentas de comida saludables que seguimos- es normal, para inspirarnos no van a enseñarnos comida que no gusta a nadie. Sin embargo es la realidad de todos los que cocinamos en casa y que intentamos cocinar de una manera más saludable.
Llevo cocinando básicamente toda la vida. De pequeña ayudaba a mi madre en la cocina tal y como mis hijos me ayudan ahora a mi. Cuando era adolescente llevaba postres caseros a casa de mis amigas, y cuando me independicé, cocinaba en pequeñas cocinas compartidas.
Desde hace casi 6 años hago 3 comidas al día, la mayoría de los días más ya que intento dar a mis hijos meriendas también caseras. Sin embargo, muchos días, algo me sale mal. El otro día se me cayó una sartén llena de berzas salteadas con ajo al suelo. Entera. Sartén incluida.
¿Qué hice? Lo primero apartarme porque pensé que me caía encima de los pies, después, lo reconozco, llorar un poquito.
Al final, nos comimos las berzas ya que el suelo lo acababa de limpiar, y los niños las probaron, las comieron y aunque no se las terminaron, no se quejaron tampoco. A mi me pareció que estaban deliciosas salteadas con ajo. (Abajo tienes la receta)
¿Y esta historia? Os la cuento para que no os desaniméis. Si estáis empezando a cuidaros o si lleváis ya tiempo, lo más seguro esto os sea familiar.
Es fácil desanimarse, sobre todo cuando parece tan fácil coger el teléfono y pedir comida que siempre parece satisfacer- alta en grasa, con azúcar etc- o sacar algo del congelador y meterlo en la freidora. Pero os aseguro que cada problema que tenemos en la cocina, nos hace mejores cocineros, y nos enseña que la cocina requiere paciencia, concentración y cuidado- algo con lo que no siempre contamos, pero que es necesario.
Por eso, en nuestro arsenal de recetas, es necesario tener un puñado de esas que lleven poquito tiempo. Esta es una de ellas, espero que a vosotros la sartén no se os caiga...
RECETA: Berzas Salteadas
Ingredientes
1 manojo de berzas
1 diente de ajo grande, o dos pequeños
Aceite de oliva
Sal y pimienta
Método
Lava las berzas bien, asegurándote de que no quede tierra por ningún sitio. Córtalas en juliana.
En una sartén mediana, pon el aceite de oliva, y caliéntalo a fuego medio. Añade el ajo picado, antes de que empiece a tostarse, añade las berzas y saltéalas suavemente de manera que queden tiernas, moviéndolas con una cuchara de madera para que se cocinen sin quemarse. Salpimienta al gusto con la sal marina que más te guste y sirve.
Nota: Nosotros comimos las berzas como acompañante a una cena sencilla que incluía quesadillas y una ensalada de judías negras, tomates cherry y aguacate. También podrías añadirlas a una ensalada templada, o servirlas como primero con almendras tostadas.
*Foto de Dan Gold para Burst