La semana pasada estuve unos días de vacaciones con mi familia. Somos cuatro, todos con la piel bastante blanca, anglosajona y con tendencia a quemarse muy rápido.
Después de cinco días en la playa, haciendo deportes de agua y jugando en la arena bajo un sol muy fuerte, ninguno hemos vuelto a casa quemados. ¿Cómo es posible? Hemos seguido las pautas que siempre os recomendamos.
Antes: Nuestra dieta es muy rica en verduras y frutas antioxidantes, y tomamos suplementos de omegas que ayudan a que nuestra piel esté saludable y bien hidratada. En esta ocasión no lo he hecho, pero si vamos a pasar más tiempo en la playa añadimos también un suplemento de antioxidantes como Astaxantina o Betacaroteno.
Durante: En la playa nos protegíamos del sol de la siguiente manera:
- Crema solar mineral antes de llegar a la playa, esta crema solar es mi favorita.
- Camisetas protectoras de manga larga mientras hacíamos deporte y jugábamos bajo el sol
- Gorras de ala ancha con una capa que cubre las orejas y la nuca
- Además buscábamos sombras, algunos días pasábamos las horas punta de sol en el interior, y reaplicábamos la crema protectora según sus indicaciones- la nuestra era resistente al agua hasta 90 minutos, y bebíamos agua abundante.
Después: Después de estar al sol todo el día, nos dábamos una ducha y aplicamos manteca de karité en zonas que tenían algo de rojez, y luego gel de aloe para refrescar e hidratar el resto del cuerpo.
A pesar de toda esta protección, y la verdad que al escribirlo me parece incluso excesiva, hemos vuelto a casa con un color bonito y saludable- es decir, nos ha dado el sol, pero no nos hemos quemado.